Skip to main content

La gastronomía mexicana tiene un apartado muy peculiar que a cada momento ve nacer nuevas propuestas. Se trata de los antojitos callejeros, esos cuyos olores y sabores nos hacen levantar la cabeza, voltear en varias direcciones y corregir nuestro camino hasta encontrarlos.

Algunos de ellos han sido producto de ingeniosas improvisaciones, mientras que otros se podrían catalogar como adaptaciones de nuestra herencia cultural.

Ya sea de camino al trabajo o a un compromiso personal, a veces dudamos en darnos ese gustito por la desafortunada probabilidad de que nos podamos manchar. Sin embargo, la indecisión queda de lado cuando vemos que en el puesto de la esquina tienen un paquete de servilletas Kihara: suaves, resistentes y absorbentes.

 

UNA DELICIA TRAS OTRA

Ahora sí, con ese aspecto resuelto nos animamos a echarnos una gordita de horno, como las que venden en San Luis Potosí. Tenemos prisa pero no hemos desayunado, así que nos la ponen en una bolsa de plástico de las más resistentes; obvio es de Reyma.

El señor toma el cucharón y ahoga la gordita en salsa de la picosa. No importa, nos aguantamos la enchilada porque está riquísima.

A la hora de la comida salimos de la oficina a perseguir aromas. En la fondita de la vuelta prepararon pozole con salchicha, al más puro estilo de Salamanca, Guanajuato; y para completar, una cemita rellena de chapulines, para honrar la cocina poblana.

Antes de regresar a nuestras labores haremos una escala por un postre y en memoria del último viaje a Yucatán compramos una marquesita, ese barquillo dulce en forma de rollo, repleto de queso.

El gentil tacto nos avisa que nos han entregado nuestro postre en toallas de papel Kihara, así que lo disfrutamos con confianza.

Terminada la jornada, consideramos que hemos cumplido y nos merecemos un antojo. Entonces vamos directo con ese taquero de Durango que sirve una porción de tripitas doradas dentro de una bolsa de frituras: los llama “tostitripas”.

En resumen, ha sido un día de gratas experiencias culinarias, en el que estuvimos respaldados por la rendidora línea de servilletas Kihara, que no da chance a que te manches.

Leave a Reply